viernes, septiembre 23, 2005

19/09/1985, 7.19 am Tercera y Última Parte

Los abuelos paternos eran originarios del sur de México, de los estados de Oaxaca y Chiapas. Ahí, eran frecuentes los movimientos telúricos, por lo cual ya estaban acostumbrados a ellos. La segunda generación, es decir, nuestros padres y tíos habían convivido poco con los temblores, siendo el más fuerte que les tocara el del 27 de julio de 1957 cuando el Ángel de la Independencia se desplomó. Para la tercera generación, o sea nosotros, no teníamos registro de algún sismo de consideración. Por lo menos no hasta ese momento.
Durante los más de 60 segundos que duró el terremoto, Verónica Reynold, una amiga del periódico El Universal, recordó que contemplaba con miedo el movimiento oscilatorio de un edificio en la periferia del Centro Histórico que se preveía venir abajo. Ella se encontraba dentro de uno de los pisos más altos, y aunque no se colapsó, en la memoria quedan grabadas las imágenes de pánico de aquel instante. A la fecha, no puede subir un edificio de más de tres pisos sin que sufra de vértigo y náuseas muy intensas.
Unos amigos de mi padre se encontraban cruzando en ese momento del sismo, la zona de conjuntos habitacionales de Tlatelolco. Se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo. Pararon el automóvil, observando los edificios principales. En un segundo, una lluvia de cristales y de alaridos cruzaban el aire. Se podía ver a personas que salían disparados por las ventanas, seguidos de camas y objetos varios. Acto seguido siguió el estruendo provocado por el derrumbre del edificio Nuevo León. Un ruido ensordecedor percibieron sus oídos, recuerdo que en 20 años no ha sido curado del todo.
La vida en varias zonas de la ciudad, continuaban sin sobresaltos. Después de tres horas del accidente, las líneas telefónicas del sur de la ciudad ya había restablecido el servicio. No así las del centro de la capital. Los que podían, trataban de solicitar información que les permitiera encontrar a sus familiares y amigos. Las primeras noticias de la gravedad del sismo, afectaron el ánimo y la esperanza de encontrar con bien a los seres queridos.
Junto al radio, seguíamos escuchando las narraciones. Estábamos tranquilos pero preocupados por lo que sucedía en la ciudad. En la casa, ya todos se habían reportado, encontrándose bien. El servicio de agua, no funcionaba. Varios vecinos se organizaron y fueron a traer pipas para el abastecimiento de la colonia. Desalojamos la lavadora y conseguimos cuatro tambos para guardar el vital líquido. Aparte, la pileta que teníamos llena nos daba un poco de seguridad de contar con un abastecimiento suficiente. De hecho, no lo fue, debido a que más de 15 días estuvimos sin este servicio. Las pipas fueron varias veces al barrio y nosotros acarreábamos cuanto peso podíamos cargar. Estábamos también sin luz, más no recuerdo cuándo se restableció el servicio de energía eléctrica, pero fueron varios días después del siniestro.
La noche del 20 de septiembre de 1985, una réplica de 7.3° Richter asomó de nueva cuenta a la capital mexicana. En ese momento nos encontrábamos cenando, a la luz de las velas, cuando sentimos un mareo repentino, y oímos inmediatamente el agua de la pileta cómo pegaba fuerte en las paredes de cemento. Todo mundo corrió hacia afuera, al patio. Sin embargo, al momento de salir por la puerta, nos percatamos que las velas seguían encendidas. Entramos de nueva cuenta a la cocina y las apagamos.
Era mucho el miedo que sentía en ese momento. El ruido de las puertas, crujiendo, el agua produciendo un sonido muy semejante al olear del océano, el viento soplando con fuerza, haciendo sonar las ramas de los árboles, y mi abuelita, con esa tradición que se tenía en aquel entonces, de orar en voz alta, hacían que se le imprimiera a uno, el sentimiento de pánico más profundo.
Las noticias durante esos días eran buenas y malas. Varios compañeros y amigos de la familia no habían logrado salvarse. Otros más sí. Muchas personas se unieron a los grupos de rescate, voluntariamente, sin otro propósito que ayudar a los menos afortunados. Hubo donaciones de sangre, víveres, ropa, calzado, medicinas. La solidaridad era una palabra que se respiraba y se sentía a flor de piel. No importaba si eras rico o pobre, lo primordial era colaborar con lo que pudieras.
Tuvimos la oportunidad de ir en varias ocasiones al Centro Histórico, al Hospital La Raza. Durrante ese trayecto, vimos las ruinas de la ciudad, así como los trabajos de las personas que intentaban rescatar a quienes se encontraban ahí atrapadas. Días después, los hombres dieron paso a las máquinas para desalojar los escombros. Ya no había más que hacer.
Recuerdo sin embargo, que una noche estábamos viendo la TV y empezaron a transmitir un rescate. Era el de los bebés del Hospital Juárez. Se sentia mucha emoción, se transmitía alegría y esperanza. Algo que le hacía falta sentir a la Ciudad.
Al final de la tragedia, los números reflejan cifra frías. Estos son los datos oficiales: 6 mil y 7 mil muertos, 5 mil heridos y 40 mil damnificados; mil 381 edificios resultaron dañados, de los cuales 757 sufrieron colapso total. Fueron afectados 123 inmuebles públicos, mil 294 escuelas, 49 hospitales, 105 teatros y cines, mil 133 edificios particulares, once centros deportivos y 112 mercados, en una tragedia que se concentró en cuatro delegaciones en las que habitaban alrededor de 6 millones de personas.
Sin embargo, todos sabemos que los daños y pérdidas, tanto humanas como materiales fueron mucho más.
En la siguiente liga se encuentra una nota que amplía con mayor profundidad los datos sobre los terremotos del 19 y 20 de septiembre de 1985: http://noticias.vanguardia.com.mx/showdetail.cfm/484415/Miedo-y-llanto;-en-1985-un-sismo-devast%C3%B3-la-ciudad-de-M%C3%A9xico-/index.html
En memoria de aquellos que desde ese día ya no están con nosotros.

martes, septiembre 20, 2005

19/09/1985, 7.19 am Segunda Parte

Una semana antes, Tata se había jubilado, despidiéndose de la oficina de Correos de México en la cual había sido el administrador por muchos años. Aquellas instalaciones de la calle de Fray Servando Teresa de Mier habían sido su segundo hogar, donde él había vivido prácticamente del amanecer al anochecer, conviviendo con sus subordinados y compañeros de trabajo. Recuerdo lo temprano que se iba siempre, día a día. Él ponía el ejemplo en la oficina, llegando antes que todos, auque no fuera su obligación. Si aquel 19 de septiembre hubiera seguido trabajando, seguramente habría estado entre los escombros de ese viejo edificio que ahora ya no existe.

La demás familia, primos, tíos y sobrinas sintieron el temblor en sus casas. Algunos de ellos las habían construido casas cerca de los canales de Xochimilco. En el momento del sismo, se asustaron al ver cómo el agua de los canales salía con brusquedad de su cauce. Las áreas son muy volubles y débiles en cuanto a cimentación de tierra. En general, nuestra delegación no tuvo grandes daños. El siniestro más grave ocurrió en la calzada Guadalupe I. Ramírez esquina con Zacatecas donde en una zona se abrió la tierra y devoró un automóvil (sin personas adentro) y un poste de luz.

El reloj marcaba las 9 de la mañana de ese día. Mi padre, se encargó de pasar por nosotros a la escuela y de llevarnos a casa. Mi madre se había encargado de acompañar, cuidar y repartir a los muchachos que tenían en su secundaria, en Tlalpan, mientras que otras personas trataban de tener noticias de sus familiares, haciéndoles saber que todos los compañeros de esta escuela se encontraban bien.

En nuestra primaria, la naciente asociación de padres de familia empezó a estudiar los daños al edificio producto del temblor. Días después se concluyó que la escuela sólo tenía algunos rasguños, como cuarteaduras o vidrios rotos, pero que no dañaban en nada la estructura principal. Aún así, los arquitectos diseñaron unos reforzamientos en los pilares para estar seguros. Hasta el momento creo que han funcionado.

Cuando mi padre nos dejó en casa, trajo consigo ocho pilas "D" para ponérselas a un pequeño radio-televisor que tenía en su cuarto. No había luz, ni teléfono y el agua empezaba a escasear. La señal de TV estaba fuera de servicio, así que buscamos en las frecuencias de radio. De entre toda la estática y ruidos inentendibles producto de la pérdida de las señales, localizamos un pequeña y lejana sintonía, muy leve en un principio. Comenzamos a escuchar con detenimiento... en la narración se nos mostraban las imágenes de una ciudad que no debía ser la Ciudad de México, no podía serlo.

Conforme pasaban las horas, la descripción de aquel escenario (productode una crónica histórica lograda por Jacobo Zabludovsky) era casi irreal imaginarnos la magnitud de la tragedia. Nuestra atención se centraba en los hospitales. Como casi toda la familia se había inclinado por el área médica, mis padres, mis tíos y abuelos, tenían en ellos a varios conocidos. Se dieron cuenta que al momento del temblor, estaban o deberían estar saliendo de guardia.

Nuestra preocupación más apremiante era saber de un primo hermano, el mayor de todos, quien tenía guardias constantes en varios nosocomios. Poco después supimos con gran alivio que a él le había tocado descanso, más no así a sus amigos...

lunes, septiembre 19, 2005

19/09/1985, 7.19 am Primera Parte

Como era costumbre, el camión de la escuela pasó por nosotros a las 7.00 am. Después nos drijimos a las casas de otros compañeros que iban tambien al colegio. Los subimos, como siempre, desfilando desde los más pequeños, como nosotros, hasta los "grandotes" de sexto y quinto grado. Al llegar a una zona poco poblada dentro del barrio de Ampliación San Marcos el viento comenzó a soplar, moviendo las milpas que se dejaban ver entre el vidrio empañado por el rocío de la mañana y la luz tenue del amanecer. Sentimos un primer jalón, a lo cual Don Roberto (el chofer del camión) se dió cuenta de la situación y detuvo el autobús, cerrando la puerta delantera.

Al principio nos pareció divertido el movimiento, sin embargo, en una casa enfrente de nosotros se hallaba un hombre arriba, en la azotea, que con el terremoto lo vimos caer al suelo. No se lastimó, por lo menos no aparento estarlo ya que de inmediato se levantó y corrió a casa. Salió luego con una señora y un niño en brazos. Nos llevaron a la escuela y ahí esperamos hasta que nuestros familiares fueran por nosotros. En el camino vimos postes de luz derribados, una que otra barda caída, algunas cuarteaduras en nuestros salones de clase y por primera vez olí el miedo a una zozobra que los adultos empezaban a transpirar.

No muy lejos de la escuela, el movimiento telúrico hace que Tata, de 73 años, se tambaleara por un pasillo de 20 metros de longitud. Eran las 7.19 de la mañana cuando mi hermana, de escasos 4 años de edad, estaba adormilada en su cuna. Ella cuenta que a la hora de empezar el movimiento creyó que le estaba jugando una broma y movía con cierta fuerza su lecho de dormir. Sin embargo, la entrada intempestiva de Tata a su cuarto, botando con fuerza la puerta del dormitorio que estaba atorada, la asustó, presumiendo que no se trataba de ningún juego. El abuelo tomó a la niña entre sus brazos, y consiguió con trabajo ir al centro de la casa donde se ubica el patio. Afortunadamente no pasó a mayores el susto, por el momento...

viernes, septiembre 09, 2005

El más poderoso del mundo?

Cifras y hechos:
Antes de Katrina, Nueva Orleans tenía alrededor de 460.000 habitantes en su casco urbano y otros 900.000 en sus 'parroquias' o municipios vecinos.
Hay todavía 200 mil personas atrapadas en el agua.
Hasta hoy, 10 mil personas se han negado a evacuar sus casas, aún a pesar del riesgo que corren sus vidas por la insalubridad que se vive en la zona dañada y pese a la orden de evacuación obligatoria dictada por el alcalde de la ciudad.
$400 mil millones de dólares será el costo aproximado para reparar los daños provocados por el huracán Katrina.
El 90% de las áreas costeras de Nueva Orleans están inservibles.
Se estima que 10 mil personas fallecieron a causa del fenómeno meteorológico, aunque se tienen preparadas más de 25 mil bolsas para transportar cadáveres.
Casi el 100% de la ciudad está sumergida en un olor que mezcla agua podrida, toneladas de basura y excrementos, efluvios de cloacas, gasolina, petróleo, químicos y cuerpos putrefactos.
5 han sido los decesos a causa del Cólera.
200 policías de la ciudad han presentado su renuncia.
2 más se han suicidado por culpa de la presión de ayudar a los afectados.
En el Hospital Charity, el depósito de cadáveres tiene cuerpos acumulados que llegan hasta el techo. Cuando no quedó más espacio, los cuerpos empezaron a colocarse en los huecos debajo de la escalera.
En el Centro de Convenciones, donde 20.000 personas fueron evacuadas tras permanecer allí cinco días sin agua ni comida, tres niños murieron de agotamiento
En el Centro de Convenciones, donde 20.000 personas fueron evacuadas tras permanecer allí cinco días sin agua ni comida, tres niños murieron de agotamiento.
La SRE confirma el deceso de 4 conacionales, mientras que el gobierno considera que al menos 145.000 mexicanos vivían en las zonas afectadas

Continued....

miércoles, septiembre 07, 2005

Tras los vericuetos del futbol

La selección mexicana de futbol clasificó al mundial de Alemania 2006. En entrevistas, los seleccionados aseguraron que habían cumplido la meta propuesta, que le habían cumplido a la afición, que si no habían clasificado antes no les importaba y que eran los mejores de la concacaf.
¿Ajá?
El objetivo de llegar a Alemania estaba propuesta como una obligación para México. Bueno, sí, son los mejores si te enfrentas a equipos como Panamá, Honduras, Guatemala... pero qué tal la revoltiza que nos dió E.U.... o los problemas invariables cuando nos enfrentamos a Costa Rica? Pero según los cabezones (pero no por eso inteligentes) eso no importa, los resultados adversos nunca importan y mejor cuentan, se inchan de orgullo, al propinar una paliza a un equipo muy inferior como son casi todos los de la Concacaf.
Poqué no se cambian a la Conmebol, a ver si así clasifican consecutivamente a cuanto mundial se organice. La respuesta es muy sencilla... porque no se clasificaría, y se perderían muchos millones de dólares, principalmente de las televisoras y de los patrocinadores de la Descepción, sorry, selección nacional.
Y ¿porqué no se clasificaría? Porque no hay un esquema táctico, ni defensivo ni ofensivo, menos de estrategia de conjunto que dé personalidad al equipo. Tienen una delantera que se parece a Zague, no sabe qué hacer con la pelota cuando la tiene entre sus pies; Borguetti y Kikín tienen el síndrome de Borja, "cazagoles natos" pero sin talento en cuestiones tácticas. ¿Porqué no llamar a quien si tiene cualidades para meter goles?
El principal problema de La Volpe es la soberbia y falta de humildad para admitir que está equivocado. Tiene un problema también de falta de liderazgo. ¿porqué no llamar a Blanco y a Franco a la selección, siendo que son de los delanteros más productivos que hay en el torneo actual? Bueno, pues porque las nenas del equipo no quieren que haya desunión en el equipo, que no les quiten el puesto para llegar al mundial y les coman los mandados.
Señores, lo que se está calificando es la capacidad de jugar futbol. Blanco, como persona, no es de mi agrado, sin embargo, es claro que el equipo nacional necesita a un personaje de sus características futbolísticas para ser peligroso. Ni Borgetti ni el Kikín tienen siquiera la contundencia para meter goles ni la visión para hacer buenas jugadas como lo tiene Cuauhtémoc... Pero si el entrenador le faltan pantalones para llamarlo y en vez de ello le hace caso a la bola de lametraseros como son Oswaldo (quien es el obrero principal de Vergara - él mismo lo ha dicho- en su empresa Chivas y del cual espero que con las clases que van a tener se prepare y racionalice sus pensamientosy comentarios que son de verdad lastimeros), Galindo, entre otros, pues creo que así no vamos a llegar al quinto partido del Mundial.
Caso similar al Guille Franco, jugador muy bueno pero que tiene, ojo, y eso que en México no hay discriminación, el defecto de ser naturalizado. Señores, volvemos a lo mismo, se debe tener prioridad por los jugadores que den resultados, no por los que tengan feeling de publicidad. Él está en nuestro país porque es bueno, y si ya se naturalizó ¡qué mejor!
Si los jugadores nacionales no les importa jugar bien, no le echan ganas y viene un extranjero a aportar y además de ello quiso por convicción (además de la $) ser parte de nuestra nación, porque no darle la oportunidad. Porqué no abrir esa mentalidad, porqué les faltan pantalones para decir "llamo a un naturalizado porque los nacionales que están en ese puesto son muy deficientes, son chafas, no la hacen..."
La Femexfut ha llevado este discurso desde que nombró al argentino La Volpe como DT nacional. Con ello se dijo implícitamente que ningún entrenador mexicano es capaz de llevar la riendas del tricolor. Y bueno, si se hizo con la cabeza porqué no con las tropas.
Me da nostalgia en recordar los equipos nacionales de las eliminatorias pasadas. Tenían muchas figuras, todas brillaban, todas con cierta carisma. El Estadio Azteca que ni siquiera llegó a registrar una entrada de la mitad de su cupo es reflejo de lo poco convincente que se muestra el tricolor.
A este equipo de ratoncitos verdes les falta humildad, armonía pero sobre todo, a saber jugar futbol.