miércoles, marzo 29, 2006

¡Qué cerca sentimos a algunos, que están muertos, y qué muertos nos parecen otros que aún viven!

Últimamente me he quedado despierto a revisar los trabajos de los alumnos hasta las tres o cuatro de la mañana. En una de esas ocasiones estaba sentado cuando oí el sonido de como si se hubiera caído una cubeta con trastes o algún cristal. Fui a inspeccionar. No había tirado nada en el suelo del cuarto de servicio, cocina, baño. Encendí la luz del patio y todo estaba en su lugar.

Escuché entonces el sonido de como si abrieran una puerta y luego la cerraran, ese pequeño rechinido que hace uno cuando al cerrar se choca con el tope. Es el viento me dije. Me acerqué al cuarto desocupado de mis abuelitos, (los dos se han ido recientemente), donde su puerta se haya cerrada con candado y no permite siquiera un espacio para que el viento haga este ejercicio.

Sobra decir que el sonido de la puerta lo conocemos porque muchas veces lo oíamos cuando en vida nuestros abuelos nos dejaban quedarnos en la sala de su casa. Y era un sonido de puerta de metal, y en la casa sólo hay dos puertas de este tipo, la que conducía al cuarto de mis abuelos y la del patio de servicio.

Fui por la llave de su cuarto, abrí, prendí la luz y todo estaba en su lugar. Ya casi al irme, noté un pequeño movimiento en la cortina que separaba la sala y el dormitorio. Me acerqué y dejaron de moverse. La revisé no vaya a ser que tenía pegado algún bicho que la moviera, vi además las ventanas que daban a la calle y ninguna estaba abierta. Al salir noté que empezaba a moverse de nuevo. Cerré la puerta y recordé que mi abue decía que cuando pasara eso, dijera “hartas” groserías y luego rezara. Bueno, pues me solté con algunas, no todo mi repertorio puesto que también pensaba que podían ser ellos, y luego recé.

No sé si ustedes creen en las apariciones, fantasmas, premoniciones y cosas de esas, pero a nosotros nos han pasado varias situaciones “extrañas” aún antes de la desaparición de mis abuelos. Por espacio creo que contaré en otro post un par de ellas.

Qué harían ustedes…?

lunes, marzo 20, 2006

Amigo ven, te invito una copa…

¿Quién no ha soñado con estar parado en un escenario, y cantar tus melodías preferidas frente a un público que entona la misma canción con el mismo fervor?

Bueno, este sábado asistí con mi niña y sus amigos de generación a un cantabar, el karaoke que se encuentra cerca de la casa. Esta es mi segunda experiencia en un lugar como estos. De hecho, la primera ocasión asistí también con ella en un cumpleaños de su mejor amiga y la verdad me gustó el ambiente, no canté ninguna rola en especial pero me divertí y se ve que esos lugares son realmente para fanáticos de la cantada.

Karaoke es una palabra compuesta cuyo significado en japonés es “orquesta vacía”: "Kara" viene del "karappo" que significa vacío y "Oke" abreviatura de "okesutura" que significa orquesta.

Se dice que esta actividad tuvo su origen en los años 70`s en la ciudad de Kobe, distrito de Kansai (Japón). Existe otra versión donde se dice que fue en Estados Unidos donde nació el Karaoke a la mitad del siglo XX, difundiéndose en un Show de la televisión americana y en donde los espectadores cantaban siguiendo una bola sobre el texto en sus televisores.Se supone que después se difunde a través de personajes ejecutivos del país del sol naciente y es ahí donde tiene su boom.

Ya en nuestros días, ésta es una singular manera de diversión donde las personas se ponen frente a un micrófono, y cantan la melodía de su preferencia ya sea en un escenario o si el micrófono es inalámbrico, pueden cantar en la misma mesa donde están sentados. El lugar está acondicionado con un sistema de sonido muy potente, cual antro moderno, y de varias televisiones a manera de cubrir casi todos los rincones del lugar.

La música que suena en el sitio son las pistas de las canciones que los “intérpretes” van a cantar. En la pantalla de los televisores se lee de entrada el título de la canción y luego la letra de la misma. Con ello se invita a que todas las personas puedan también cantar la melodía. Muchas veces asisten grupos de amigos –como en esta ocasión- que ponen el ambiente y echan porras a todos los participantes.

En particular, no soy muy dado a eso de la artisteada, más bien son una persona tímida que me encanta echar porras pero a la hora de estar frente a un auditorio, pues me dan ñáñaras. Esto es singular porque de pequeño disfrutaba grabar canciones a dueto con mi hermana más pequeña. Edgar, mi primo, era quien le hacía al DJ, nos ponía las pistas, un micrófono y nosotros felices de la vida cantando. Ya después oíamos las grabaciones que luego presumíamos a nuestros padres, parientes y en general a quien se dejara mortificar por el sonido. No dudo que mientras nosotros nos echábamos el palomazo, Edgar se moría de la risa. Pero lo hiciste bien primo, lo disfrutaste mientras pudiste.

Regresando a la noche de anoche, me divertí viendo las interpretaciones de mi niña, quien me dedicó “Algo Más” de la Quinta Estación, la cual le salió excelente, muy bien de verdad y más ganas le echó porque ella sabe que me encanta esa melodía. Es interesante ver cómo se desinhibían las personas, se apasionan, desestresan, y divierten.

Cabe resaltar que nosotros fuimos los primeros en llegar al lugar y por ende, abrimos pista con “muriendo lento”, by Lau y Poncho. La verdad es que tuvimos los micrófonos para nuestro grupo por casi dos horas, sin parar. A medida que llegaban las demás personas el ambiente iba creciendo. Sin contar que los compañeros de mi niña son el desmadre total, pues bueno, ya se imaginaran como estuvo la cosa.

Debo agregar que uno de los ganones de esa noche fue nuestro amigo SKY, quien debido a sus interpretaciones le fue enviado un papelito con el nombre y teléfono de una chava (que nunca se le oyó su voz cuando se paraba a cantar) pero que sin lugar a dudas quedó cautivada por la voz y personalidad de este personaje (chale.... :) ... bueno, después de todo como diría María Conchita Alonso (cantante cubana de los años ochentas, al estilo de Lupe D'alesio): Una noche de copas, una noche loca!!!

miércoles, marzo 08, 2006

Camarón dijo la Jaiba

A ustedes cómo les quitaban el susto?

Bueno, a la mayoría de los niños normales los apapachan, los miman de más y a lo mejor les compran un pan o un dulce (aunque los médicos no recomiendan esto del dulce pues dicen que se pueden volver diabéticos), en fin , depende de cada cultura y familia.

A mi sacrosanta abuelita (q.e.p.d.), Chelo, que venía de una tradicional familia mexicana del sureste del país, Oaxaca para ser más exactos, curaba los espantos de una manera peculiar y para esto se valia de varios métodos.

Flashback. En cierta ocasión, -yo estaba peque-, nos reuníamos por la tarde o al amanecer los primos en la sala de la casa para planear las travesuras o qué habríamos de hacer en ese día. Ya saben, eso de despertarse temprano los fines de la semana para ir a cazar lagartijas o cualquier otro insecto a fin de que se convirtiera por ese día en nuestra mascota.

En esa tarde en que estábamos reunidos, no había luz en la casa y bueno, aprovechamos la ocasión para contar cuentos de fantasmas (algunos muy buenos que algún día mencionaré) o cuestiones algo escabrozas. La casa de nosotros se prestaba para ello pues es una construcción de principios de la época de la Revolución y tiene su historia, pero bueno.

Regresando a la reunión, en el momento en que nuestro primo Poncho, el mayor de todos estaba narrando su historia se oyó una pregunta de su hermana que preguntaba qué era eso. Cargando en su brazo derecho tenía un Teddy (osito de peluche) el cual en su pancita había un boquete de tamaño mediano, en donde se le empezaba a escapar el relleno. En el otro extremo, abriendo la palma de su mano izquierda la niña dejó al descubierto un pequeño bulto, que por la escacez de la luz no se distinguía que era.

Al acercarle la luz de la flama de una vela, vimos unas cosas que brillaron y pues las primas -como siempre- empezaron a gritar y todos salimos despabilados hacia la casa de mis abuelos en donde se encontraban todos los adultos.

Después de platicar sobre ello, fuimos a ver que cosa era. El moustro en cuestión era un pequeño ratoncillo todo tieso y flaco. Se ve que había muerto adentro del oso de peluche y que para fortuna de nuestra prima no la había mordido cuando aún estaba con vida. Sin embargo, al estar más calmados, surgió la frase, "niños, les llama su abuelita". Creo que ahí venía el terror verdadero.

Mi abue sabía espantar el miedo, y su método era, pienso, combatirlo con más miedo. Ella preparaba una tina con agua y esparcía en ella pétalos de rosas que cortaba de un pequeño jardín que había sembrado en los límites de la casa. Muchas veces, todos estábamos viendo el método de preparación, chacoteando por supuesto, cuando en el mero momento de la distracción Chelo te agarraba de la cintura, te volteaba de cabeza justo en medio de la tina y empezaba a bajar y subirte al mismo tiempo que rezaba, declamaba o decía una oración que no me acuerdo de su letanía pero que, según ella, te haría bien y te cuidaría de no enfermarte por el espanto.

Y eso era para todos. Sin excepción. Claro, cuando uno no estaba en el sube y baja pues era de risa loca pero al momento de que a tí te hacían el espanta-sustos pues cambiaba la cosa. Ese método era el más complejo, el que combatía a los grandes sustos. Había otro, menos drástico, pero igual de incómodo.

Cuando te asustabas por algo que Chelo consideraba de menor grado, simplemente te descubría la espalda, absorvía un trago de agua o alcohol, no me acuerdo cuál de los dos, y sin decir golpe avisa te lo escupía en el lomo. Eso sí te cortaba la respiración y hasta te volvían las ideas.

Bueno, supongo que te resultó Chelo porque miedoso no soy...